Cafés



El otro día cuando bajaba, como todo cacereño, a ver los decorados de las series que se ruedan en Santa María, se apoderó de mí una imperiosa necesidad de acudir al excusado. He de confesaros que yo no entro en cualquier retrete. Yo o salgo con los deberes hechos en casa o muy mal se tiene que estar dando la cosa para hacer escala. Pero ese día se empezaron a producir turbulencias en zonas lo suficientemente alejadas del hogar como para llegar ileso. Había que hacer aterrizaje forzoso.

Mi Primastro tiene una teoría: “El Corte Inglés tiene baño para todos tus apaños”. Es decir, que este centro comercial es lo suficientemente nuevo, grande y limpio para tus emergencias. Por lo que decidí aplicármela, pero como aquí carecemos de éste (por mucho que nos han asegurado que iba a llegar), me decanté por buscar en el Tripadvisor cafeterías o restaurantes que tuvieran buena puntuación en lo que inodoros se refiere.

Poca información me aportaba y el tiempo apremiaba, así que entré en el bar más cercano dentro de los que a simple vista no le daban a la fritanga.

Sólo un cliente y dos camareros, por lo que tenía a uno de ellos sólo para mí.

¿qué desea?

Yo, de piernas cruzadas….

Ehh ehh…

mano en la entrepierna y dando pequeños saltitos. De repente el cliente número uno, que también acababa de llegar, le pide al primer camarero:

Café americano, por favor.

¿americano? ¿qué caraho es eso?

Café con leche para mí, por favor.

Y salí pitando al servicio.

Hice lo que tuve que hacer de malas maneras, pues la intriga por saber lo que era un café americano no me dejaba concentrarme por mucho que me abriera el grifo.

El caso es que salí y le pregunté al cliente número uno que en qué consistía lo que estaba tomando, pues en mi cultura de toda la vida de Dios sólo han existido tres tipos de café: el sólo, el con leche y el carajillo.

Pues es básicamente café con agua.

¡Joder! Pues eso es “aguachirri” y punto!!

Y es que hay que ver lo que nos gusta cambiar de nombre a las cosas. Como a todos nos dé por lo mismo, en breve existirá una larga lista de cafés:

Café tacilla: el que te ponen ardiendo. Lo más parecido a la baba de un Alien. Ese que si se te cae encima, te produce quemaduras de cuarto grado. Te lo suenen servir en vaso, para que no haya huevos a cogerlo. El nombre es homenaje al inolvidable sketch de Martes y Trece.

Café avioneta: ese que te lo bebes y sales volando al W.C.

Café del gobierno. Ese que nunca llega. Ese de “a ver si quedamos y echamos un café”.

Café obligatorio. Ese que se toma todos los días que acaben en la letra “S”.

Café de Máquina. Lo llamaron así por “dame veneno que quiero morir” estaba ya pillado.

A relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor. No puedo hacer muchos más comentarios aquí.

Café Serigrafiado. El que te hacen con unos palillos sobre la crema del café. Tú de mala ostia porque se te ha estropeado la cafetera en casa y tienes que bajar al bar de abajo a desayunar. No aguantas ni el minuto del microondas como para aguantar al gilipollas del camarero haciéndote dibujitos con el palillito.

Y ya para finalizar, un garrapataconsejo: Si estás comiendo en un restaurante con tres colegas o más y se acerca un camarero sin libreta preguntando que quien quiere café, no te andes complicando pidiendo un descafeinado, un corto de café, un manchado, uno sólo con hielo y tonterías de este tipo, porque te van a traer cuatro cafés con leche. Y punto.

2 comentarios:

  1. Descafeinado solo con hielo, por favor, con una rodajita de limón.
    Ahí te lo dejo!

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  2. Querido Fly Pig Geek, para eso pídase Vd un cubata y acabamos antes

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