Pokemon Go Vs Balón Nivea



Nosotros, la Generación del Botellón.

Nosotros, que dejamos para la posteridad alegorías como la de la ilustre figura del Hidalgo: "Hidalgo, Hidalgo, hijoputa el que deje algo".

Nosotros, que nos hemos bebido todo lo que la OMS ha prohibido por no cumplir con los parámetros sanitarios, pero era barato y tenía una graduación superior al 30%. Dos motivos de peso, todo hay que decirlo.

Somos los que nos atrevemos a afirmar que la generación de ahora está "agilipollá" por el Pokemon Go, porque no entendemos cómo un juego absurdo puede tenerlos enganchados, hasta tal punto que la endiñan en su frustrada búsqueda.

Bien, esto tiene un triple análisis:

1 - Criticar lo desconocido.

Lo nuevo, lo que no vemos, lo que desconocemos... lo criticamos. Por si acaso. Es deporte nacional, de hecho.

A mí me pasa. Lo confieso. Katy Perry, por ejemplo, es una gilipollas. Así de claro. No la conozco pero me parece una gilipollas.

Y es que nos imaginamos una realidad distinta que malinterpretamos. Influenciada, claro está, por la televisión que vemos.

Yo nunca he ido a Cuba pero creo que allí será normal que se rompa una boca de riego y que de repente salga la gente a mojarse y a bailar a la calle y al rato aparezca Marc Anthony en la terraza. Que, por cierto, no puede tener más cara de “yonki”.

Y durante mi adolescencia siempre que venía el cartero, me imaginaba que al abrir la puerta iba a encontrarme con una señorita mascando chicle, de escasa indumentaria y pechos turgentes que venía a traerme un paquete, pero que me decía que "para paquete el mío" y entonces yo la dejaba pasar y aquello se convertía en Sodoma y Gomera.

2 - Absurdez de un juego.

No podemos decir que el juego es absurdo, porque TODO en esta estación de estío lo es. Es el principio básico de todo aquello que lleve la categoría de "verano".

¿Creéis que después de once meses trabajando o estudiando vamos a rompernos la cabeza intentando averiguar "qué será lo que quiere el negro"? ¿creéis que nos importa? Sólo en esta época podíamos aguantar perlas del estilo de Las noches de Tal y Tal.

En verdad os digo, que quien esté libre de culpa que tire la primera piedra, porque ¿Acaso no era una auténtica gilipollez el balón de Nivea? Una pelota que siempre tenías que sacarla hinchada de casa, que tenía un diámetro lo suficientemente grande como para que te monopolizara las dos manos y hacía que no pudieras llevar ni la toalla ni la burbuja rosa y que, además, a la hora de jugar no servía ni para una mierda de AEIOU. La tenías y la querías porque si no eras nadie. Pero ya.

 3 - La muerte.

Si muere gente, éxito garantizado.

El palo-selfie era otro entretenimiento absurdo, pero empezó a morir gente haciéndose sus selfies a pie de barranco y la cosa empezó a animarse.

Somos así de macabros. Nos atrae el peligro: la ruleta rusa, el puenting, decirle a la suegra que la paella está mala...

Como dato curioso os contaré que el juego de mayor mortalidad es el "Cinquillo", pues un acto inesperado, un vuelco del destino - un cinco de copas que no llega a salir, el tener que robar tres veces seguidas... - no es fácil de superar por ese segmento de población que suele pasar las tardes con este juego de azar.

4 - Todo tiempo pasado es mejor.

Querida generación, os he tendido un puente de paz, pero no os vengáis arriba.

No me vayáis a comparar a Naranjito con el puto Pikachu de los cohone. Que además provocaba epilepsia.

Haced botellón, hombre.

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