Boga de Ariete


Un tanto friki, y lo sé, pero yo tengo un grupo de amigos que vamos tachando los días que faltan para que comience la Semana Santa Cacereña, usease, para que llegue el Domingo de Ramos; usease, para que salga la Burrina; usease, para llegar a la iglesia de San Juan antes de que las señoras enlacadas ataviadas de visón y bastón de madera me quiten todas las ramas de olivo bendecidas y ya sólo tenga la opción de comprársela al gitano reventa que se presenta a las traseras con medio olivar; usease, para que mi madre nos haga huesillos y torrijas; usease, para que estrenes algo o te cortan las manos.

Quince mil historias os puedo contar de esta semana de pasión cuya tradición viene heredada de familia paterna al igual que los dedos de los pies, tan largos ellos como las patatas del Burguer King. Pero eso será otra movida, hoy os quiero hablar de los GATOVI.

Los GATOVI somos los hermanos de carga de GArci de TOda la VIda.

Los que empezamos con él en El Amarrao y que año tras año nos tiene a las 7 en punto (bueno quien dice en punto dice a y veinte, lo justo para acabar el café y el chupito del Parador) en esa esquina del Palacio de las Cigüeñas con la Plaza de las Veletas.

¿Qué por qué esa fidelidad? Porque Garci es ese jefe de paso que te transmite horquilla a horquilla sus sentimientos y su fervor por la semana santa cacereña. Un hombre al que hemos visto rezar, contarnos 20 veces, reír, emocionarse, llorar y al que le pueden los putos nervios; pues lo mismo te hace un paso impecable por debajo del Arco de la Estrella como que le entran brotes sinestésicos confundiendo la derecha con la izquierda o que es capaz de soltarte un “atrás alante”.

Un hombre que cada año prueba nuevas órdenes para sacar La Oración sin que ese ala sufra roce alguno, que lo mismo un año la orden es “el varal derecho baja” como otro la cosa va de números “cuando diga 1, el varal derecho baja” como… no sé, lo mismo ahora nos sorprende con colores.

Un hombre que se nos viene arriba en banderillas en cuanto ve el inicio de la calle Ancha y es capaz de levantar los ánimos a la voz de ¡Boga de ariete!

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