Los niños y los borrachos...


 
...siempre dicen la verdad.

Eeeeeeennnnga vaaaaaaaale, ¡Has acertado! Y seguro que algún lector avispado habrá añadido por lo bajini "...y los leggins", pero yo estoy aquí para anunciarte que esta no es la única coincidencia, pues estamos hablando de las dos especies que habitan en la tierra con los comportamientos más
parecidos entre sí. La concurrencia empieza ya de recién nacido, pues un bebé no para de mamar y un borracho siempre está mamado.

               Si les pones música, las dos especies se vendrán arriba y bailarán en mitad de la pista, meneando el culo y agitando los brazos, creyéndose el mismísimo Tony Manero en Fiebre de Sábado Noche.

               Es fácil que los dos te vomiten encima cuando los apoyes sobre tus hombros.

               A los dos es fácil verlos con un juego de llaves en la mano, pero incapaces de abrir una cerradura.

               Tanto cuando eres niño como cuando estás borracho, todo el mundo habla y cuenta anécdotas sobre ti que tú eres incapaz de recordar.

               Son los que más entusiasmo ponen entonando el "Cumpleaños Feliz" pero a la vez son incapaces de soplar las velas. Esto es debido a que de sus bocas emanan más baba que aire.

               Ambos se salen del dibujo si los pones a colorear.

               Si los ves subirse a una bicicleta, es fácil que los veas avanzar tan sólo unos cuatro metros y que se caigan a la hora de bajarse. Todo esto en condiciones óptimas, es decir, que no se encuentre ningún seto en diez metros a la redonda pues de ser así, ese será su destino.

               Ambas especies son humilladas, de la forma más cruel, con la realización de fotos embarazosas que te recuerdan con posterioridad, si bien, esto es proporcional a la clase de desalmados que tengas como progenitores o amistades.

               Si intentas averiguar su nombre es fácil que ambos te respondan "Pocoyó".

               Como se te sienten a tu lado en una celebración, te van a dar la tarde: Te tirarán la comida, te mancharán con su copa y te elevarán el tono de voz sin venir a cuento, muy probablemente con voces profundas y bruscas al oído.

               Es muy posible que si a ambas especies les pones siete veces el Waka Waka de Shakira te la pidan una octava vez a la voz del oooootra oooootra

               Es fácil verlos salir del cuarto de baño con los pantalones por los tobillos, a paso costalero, ante la incapacidad u olvido de subírselos.

               Y ha llegado el momento de parar, pues ya sólo se me vienen a la mente situaciones bochornosas indecentes y no todas legales, en especial para el adulto dipsomaniaco, por lo que si lo dejamos aquí las dos especies salen bien parás y aquí paz y después gloria.

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